Esta mujer parece una aldeana normal. No usa portaligas ni lencería fina, pero es la prostituta de la aldea. Los hombres caminan muchos kilómetros para ir a verla y ella siempre los atiende muy amablemente para luego dejarse tocar el coño y las tetas, chuparles las pollas y dejar que la follen como ellos quieran. Los trata como a amigos, en una cultura completa,ente distinta a la nuestra, pero con algunas costumbres muy parecidas