Cuando ella era adolescente se masturbaba refregando el coño contra la almohada y los almohadones de la casa. Al ser mullidos le daban la sensación de estar con una persona de verdad y eso la ponía muy cachonda. Con los años ella mantuvo la costumbre, pero fue sumándole algunas modificaciones. A la almohada le sujetó con correas un vibrador, así que ahora tiene a su amada almohada pero aparte no necesita usar las manos para estimularse el coño y llegar al orgasmo